Hoy hemos comenzado el día muy pronto, para las 5 de la mañana ya estamos de camino a la pagoda de la paz, para ver amanecer sobre el lago Phewa Tal con las montañas del Annapurna al fondo. La pagoda fue construida por monjes budistas japoneses, para promover la paz en el mundo, y como podemos observar han fracasado en el intento. La pagoda en la actualidad está habitada por un monje japonés que es el encargado de su cuidado.

El día ha salido un poco nublado, por lo que el espectáculo no ha sido tan majestuoso como esperábamos, pero en cualquier caso ha merecido la pena llegar hasta aquí, aunque para ello hayamos tenido que sufrir a un taxista que se ha empeñado en enseñarnos como su utilitario, un Suzuki es capaz de subir por caminos donde los baches son mayores que su coche.
Lo curioso del caso es que ha conseguido subir con el coche sin perder ninguna pieza, ni ocupante por el camino.

Después de ver el amanecer, hemos desandado lo andado y nos hemos ido al hotel a desayunar. Yo solamente he comido dos huevos fritos con patatas cocidas, salchichas, una tostada y dos tazas de té con leche. Pasando hambre como siempre. Nerea ha sido más moderada, con tres tostadas y un cola cao se ha conformado. Hoy nos ha acompañado Shishir en el desayuno, y también ha sido moderado, dos tostadas y un té ha sido todo su desayuno.

Con el depósito perfectamente lleno de combustible, hemos comenzado nuestro día. Shishir se ha encargado de alquilar un taxi para toda la mañana, con el que recorreremos Pokhara.
En primer lugar hemos visitado la parte más vieja de Pokhara, con sus casas newaris de ladrillo rojo, ornamentadas con ventanas de madera tallada. En esta parte de la ciudad está el templo de Bindhya Basini, que hemos estado visitando. Había mucha gente vestida con trajes típicos, preparando sacrificios de gallinas.

Con posterioridad hemos visitado la garganta del Seti de la que obtienen la electricidad para Pokhara. El río que pasa por Pokhara no es fácil de ver. Ha tallado una garganta muy estrecha y profunda en el centro de la ciudad, cambiando además el color del agua, a un color lechoso. Shishir nos ha comentado antes de llegar que este sitio era muy concurrido por los suicidas. Y parece que hoy era nuestro día de "suerte" porque justo unos minutos antes de llegar nosotros se había lanzado al vacío una persona, y hemos visto como los equipos de emergencia intentaban rescatar el cuerpo.

Alucinados todavía por lo que acabamos de ver, nos vamos a la cascada del diablo, también conocida como Patale Chhango. Esta cascada marca el lugar donde el arroyo Pardi Khola desaparece balo la tierra. Cuando este río lleva todo el caudal en la época del monzón, el ruido del agua es ensordecedor, y es la época donde más destaca esta catarata.

Hemos seguido el curso del río, y hemos ido a ver la cueva donde aparece el río de nuevo, un lugar muy concurrido. No hemos estado mucho rato, ya que el día estaba siendo muy caluroso y abajo en las cuevas la humedad hacía que la sensación de calor se multiplicara. Tienes que bajar un buen número de escaleras, y la gente mayor llegaba muy fatigada.


Antes de seguir con nuestra visita e ir a ver un asentamiento tibetano, hemos decidido descansar un rato tomándonos una coca cola. El calor hoy es insoportable, hace un sol de justicia, y hemos salido de la cueva sudando la gota gorda.
El asentamiento tibetano que hemos visitado se llama Tashi ling, en el viven refugiados tibetanos expulsados de China. Hemos podido ver como tejen las alfombras que posteriormente venden. Esta gente se dedica a comercializar con las alfombras, joyas de plata y artesanía.

Y para terminar la excursión hemos visitado un colegio de lamas a las afueras de Pokhara, un lugar muy tranquilo y colorido, que realmente invitaba a la meditación. No he conseguido saber cómo se llamaba el colegio.

Todo esto es lo que ha dado de si la mañana, no está nada mal. Además la excursión no ha podido ser más personalizada, hemos estado solamente nosotros dos con Shishir, y con el taxista esperándonos todo el rato.

A la hora de comer hemos ido a lakeside a comer a un italiano. Shishir se ha comido una pizza, a la que le ha echado un montón de tabasco. Solo de verlo me estaba picando a mí. Con lo que a mi me gusta el picante, pero tanto...que miedo. Nerea ha pedido unos spaghettis, y le han traído un plato enorme que no se ha podido terminar. Las porciones en nepalís son enorme, aquí te ponen muchísima comida en todos los sitios, algo que a mí me entusiasma. De cada plato pueden comer dos personas tranquilamente. Yo he pedido pescado, del lago de Pokhara, a la plancha, acompañado de ensalada y patatas fritas. Creo que me he comido una carpa, pero el caso es que estaba rico. Para hacer la digestión, tanto Shishir como yo nos hemos tomado un té con leche.

Después de estar un rato charlando, al terminar de comer, hemos decidido ir al hotel a descansar un poco y a ducharnos. Más tarde, sobre las cinco de la tarde, hemos quedado con Shishir para planificar el día de mañana, ya que partimos hacía Chitwan y él no viene con nosotros.
Justo cuando estábamos sentados en el jardín hablando de esto, ha caído la tormenta de rigor. Llevamos tres días que llueve todas las tardes, se nota que la época del monzón está cercana.

Tras definir el plan de mañana, nos vamos a dar un paseo, pero eso sí con los paraguas, porque no deja de llover, de hecho, cada vez llueve más. La tarde se presenta tranquila puesto que ya hemos visto Pokhara, así que la dedicamos a pasear sin otro que hacer. Cuando estábamos en ello, nos hemos encontrado en el centro de la ciudad con Luis, el vitoriano con el que coincidimos dos días en el trekking, pero no solo eso, sino que cuando estábamos hablando con él, nos hemos encontrado también con un tipo de Bilbao, con el que también habíamos coincidido en las montañas. Está claro que el mundo es un pañuelo.
Después de estar charlando un rato con ellos, hemos ido a un ciber, a mandar algún correo, ya que el hotel a la tarde no tenía luz y por tanto no funcionaba el wifi, y por lo que se ve, tampoco va a funcionar por la noche.

Ya, a la hora de cenar, hemos ido a un bar recomendado en la guía, el moondance restaurant. Y la verdad que es para recomendar. Es un sitio muy tranquilo, con música chill out y con sus velas en la mesa, todo muy relajante. Además la comida es muy buena, o al menos lo que nosotros comimos estaba rico. Yo pedí un filete de búfalo acompañado de verduras y patatas, servido en una tabla de madera, que ha hecho de mí el hombre más feliz de Nepal. Nerea por primera vez ha comido algo que no sea pasta o arroz. Se ha pedido un filete de polla con salsa de limón, que no me he resistido a probar.

Con esta cena, y con un rato de charleta hemos dado por finalizada nuestra estancia en las montañas, mañana conoceremos otra parte de Nepal, la jungla.

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